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sábado, 15 de abril de 2017

El desván se muda

Hace un tiempo comencé a colaborar en el portal A Librería, dónde escribo alguna entrada  literaria de vez en cuando. Esta web fue fundada por una amiga y en ella colaboramos personas con diferentes gustos literarios, por lo que encontraréis un poco de todo. Os animo a hacerle una visita.
Para poder participar en esta web literaria, tuve que abrir una cuenta en wordpress y he ido aprendiendo a utilizar esa plataforma y publicando entradas allí. Ahora he decidido hacer la mudanza y trasladar los libros, los pensamientos y las divagaciones. Es el mismo desván, solo que va creciendo y evolucionando. Me podéis leer, si quereis, aquí.

jueves, 24 de noviembre de 2016

En el pasar deshabitado de mis días

No queda de ti más que la ausencia. En este espacio atemporal sin permanencia aún te sueño. Queda tu paquete de tabaco por la mitad, esos pantalones de pinza que te gustaba ponerte, tu taza del desayuno, tu vaso y tu plato favoritos. Quedan recuerdos de momentos que ya no serán. Palabras que no dirás más, palabras que nunca pronunciaste y otras que querías decir y no dijiste. He perdido la cuenta de los años que pasaron. Años de luces y de sombras, de sudores y escalofríos. Años que me decepcionaron. Años que perseguí esas palabras que nunca salieron de tus labios.  Así, de repente, todo se fue contigo. En el pasar deshabitado de mis días te sigo buscando. Pero nada hallo.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Fragmento 4 de 'Viviendo en punto muerto'

Carmen se despertó tarde esa mañana. Se había pasado parte de la noche en la mesa del salón con el ordenador estudiando para las oposiciones, buscando información y tratando de distraerse, de tener la mente ocupada. Hoy no tenía que ir al hospital donde hacía el PIR. Y, por primera vez en tres años, se alegraba de no tener que trabajar. Aunque el lunes tenía que volver, esperaba estar mejor para entonces. Se sentía demasiado herida, demasiado traicionada y vulnerable para enfrentarse al mundo en ese momento. Se pasaría el fin de semana en casa. En casa de Mónica, más bien.
Se estiró y movió el cuello. Tenía los musculos doloridos y lo que parecía una contractura en la espalda. Recordó lo que había pasado la tarde anterior, cuando llegó a casa de trabajar, con comida china del restaurante favorito de Jorge, y le entraron ganas de llorar. Pero no lo hizo.
Mónica se desperezaba a su lado. Su amiga le había cedido media cama pues en su apartamento no había mucho espacio. Además de Ana, ahora vivía otra chica allí. Tenían nueva compañera. El sofá era durísimo y estaba tan viejo que tenía un muelle suelto.
-Buenos días- dijo Mónica, bostezando-¿Qué tal te encuentras?
-Pues,  para haberme encontrado a mi novio poniéndome los cuernos otra vez, estoy bastante bien.
-Pregunta tonta, lo sé. Lo siento- dijo Mónica- ¿Hago café? ¿O sigues con las infusiones?
- Hoy me apetece café- dijo Carmen levantándose- pero ya lo hago yo, no te preocupes.
Fue a la cocina y bebió un vaso de agua. Luego buscó el bote de cristal donde guardaban el café molido. Todo seguía estando en el mismo sitio que cuando ella vivía allí,aunque hacía ya unos tres años que se había ido a vivir con su novio.
-Con lo maníatica que es Mónica casi no es de extrañar- pensó- y Ana no sabe freír un huevo, no creo que pise la cocina.
Carmen había limpiado la cafetera y la llenó de agua. Puso un filtro nuevo y café en abundancia.
- Lo que no sé como es la chica nueva, aún no la he visto.
Siempre que Carmen venía a visitar a Mónica, esta estaba sola. Ana trabajaba en un teatro, de actriz secundaria y Laura, la nueva compañera, tenía un trabajo por la mañana y otro los fines de semana.
Mientras preparaba el desayuno su mente volvía una y otra vez a la noche anterior, a Jorge.     

jueves, 10 de noviembre de 2016

Soledad


 La soledad tiene el pelaje de su suerte negro, con unas manchitas blancas de paz y esperanza  en los pies y en los bigotes. Sus ojos son verdes, profundos, misteriosos. Dicen mucho con su mirada.  Mira el mundo como si nada formarse parte de él. En ocasiones también te mirará a ti así.

Te la encontrarás un día en tu casa sin previo aviso, esperándote en la puerta. Si decides acogerla, se comerá lo que le des y lo que atrape, a veces gruñirá, otras ronroneará cuando le rasques las orejas. Será distante y altiva, a veces cariñosa y cercana. Algunos días, cuando ya confie en ti se sentará en tu regazo y dormirá, llenandote de sueños nuevos. Dejará tu sofá y tu cama repletos con los pelos de la felicidad. Arañará los rincones de tu alma y lamerá tus heridas. A veces se acercará y otras te rehuyirá para luego regañarte porque no le haces caso.

A veces querrá salir, se escapará a cortejar a los otros gatos, a hacer amigos, a vivir aventuras y no sabrás de ella hasta que tenga hambre de nuevo. Cazará esos ratones, esos fantasmas, que habitan en tu casa y se los comerá. También te traerá algún pajarillo muerto, alguna pesadilla que te ronda,  porque ella sabe que tú no las  puedes cazar.

Cuando no sale se pasará el día en la ventana, soñando despierta con las palomas del exterior, o dormida en el sitio más insospechado. Se subirá a las estanterias para desordenarte los libros, las fotos y los recuerdos. Jugará con los ovillos de lana de tu alma, desenrredándolos, enliándolos, deshaciéndolos y rehaciendo sus nudos.

Se subirá a la mesa, a la encimera y le obsesionará el papel de aluminio porque es brillante y opaco a la vez,  como ella. Le encantará molestarte cuando estes en el baño, te despertará en la madrugada  mordiéndote los dedos de los pies y te alegrará las noches oscuras con su silencio. Porque esta gata es silenciosa, no la oirás ir detrás de ti y pocas veces maúlla, solo en ocasiones especiales.

Si no la castras, si la dejas libre y es feliz, parirá gatitos. Te dejará que los cojas con tus manos. Sus hijos serán inspiración, trabajo, cordura y bienestar. También puede tener a  pesadumbre y nostalgia, pero a todos les cogerás cariño. Les darás leche para gatos, cobijo y mimos. Pero necesitan tanto a su madre como a ti. Y entonces te darás cuenta de todo lo que la soledad aporta a tu vida. La soledad nunca viene sola.

Hay a quién no le gusta un poco de soledad en su vida. Hay a quién no le gustan los gatos.
A otros no les gusta porque es negra, aunque solo por fuera, y no saben ver su dulzura . Hay gente  muy rara en el mundo, que necesita demasiado ruido, demasiada gente y alborotro a su alrededor. Pero mi soledad y yo, y tal vez también tú, sabemos que  la gata es necesaria. Y que por mucho ruido, gente y alboroto que haya alrededor todos estamos hechos de pedacitos de soledad. Como los gatos.

martes, 25 de octubre de 2016

Mojarse en la lectura

Cada vez miro más blogs y webs de reseñas y crítica literaria. Es lógico puesto que aquí escribo sobre libros. Trato de aprender sobre lo que leo, de profundizar en ello a través de la propia lectura, pero también de la percepción de otros lectores. En este proceso he encontrado grandes reseñadores y críticos, personas con criterio propio y un entusiasmo por los libros contagioso. De ahí salen muchas de las lecturas que tengo en mi lista, de las recomendaciones de esas personas. Aunque lo que más me gusta es leer sobre libros que ya leí.

También hay muchas webs que sigo pero no me acaban de convencer. No pretendo hacer una crítica destructiva hacia nadie, yo soy la primera en admitir mi falta de conocimiento, de soltura, de técnica... Y mil defectos que no soy capaz de ver. Pero he visto que la técnica se puede aprender (en ello estoy) mientras que la pasión, no. E incluso de esas webs aprendo aspectos que tal vez de otro modo habría pasado por alto. Aquí pretendo enunciar unas observaciones propias, no meterme con nadie, por ello no voy a citar a ninguno de esos blogs, portales o webs; ni para bien ni para mal.

 Al principio no sabía bien porqué esta insatisfacción con algunas de esas reseñas, lo que está claro es que no te puede gustar todo lo que lees; pero me puse a estudiar el tema. Vi que las reseñas tenían su estructura, casi siempre similar en todos los blogs o con elementos coincidentes. Ficha técnica, breve referencia al autor, sinopsis del libro, cómo dio con él el bloguero y opinión personal. Es algo que muchos utilizamos, una serie de puntos para guiarnos durante la redacción de las entradas. Eso también lo hago yo y no le veo nada de malo. Aprendí bastante de esos blogs. Pero lo que me molesta es que en esa breve opinión personal no se profundice. No tardé en darme cuenta de que el crítico no solía ser crítico en realidad, es decir, no se moja a la hora de opinar. Abunda el me gustó/ no me gustó (aunque suele ser ambiguo, suele ser un "sí, pero") y los motivos que lo fundamentan. Muchos valoran el libro con estrellas u otro tipo de puntuaciones. Pero casi nadie dice si el libro es correcto formalmente hablando, si es hermoso o habla de los valores éticos y filosóficos que trata.

Lo de la belleza es importante. Un libro puede gustarte y no ser precisamente hermoso, o puede no gustarte; pero reconoces su belleza porque es evidente. Y por belleza no hablo de las modas, que las hay incluso en el mundo literario, sino de belleza real e intemporal, de un escritor capaz de coger las palabras y hacer algo bello con ellas. Y hacerlo aún dándole patadas a la gramática o al diccionario y poniendo mal la puntuación, que he visto casos así, no muchos; pero los hay. No me refiero tampoco a estilismo o figuras retóricas, sino a esa belleza tan evidente que no hace falta explicarla, pues salta a la vista ¿Por qué al hablar de libros no se dice que son bonitos? Como mucho, hoy día eso lo dicen de la portada. Y me parece un poco triste.

Diréis que el concepto de belleza es algo subjetivo y os tengo que dar la razón, en parte al menos. Dónde yo veo algo hermoso otro ve un montón de frases sin sentido que no le dicen nada. Pero hay obras que están por encima de esas consideraciones y cuya hermosura cualquiera puede ver. Lo bueno es bueno, lo bonito es bonito.

Los blogueros más atrevidos  o entendidos se atreven con aspectos técnicos,  a relacionar el autor con otros escritores que han leído estiliscamente hablando y  a comparar la obra con otras del autor. Esas apreciaciones suelen ser valiosas, pues se trata de aspectos que en que no suelo fijarme por mi misma  Aunque suelen ser los menos, tampoco me refiero a ese tipo de opinión. Ni tan siquiera esos entendidos se atreven con la belleza.  Pero normalmente, las opiniones en blogs se quedan con el argumemto y poco más.  Entonces me surgen muchas más preguntas, ¿ es un fallo de no saber leer bien? ¿de no saber críticar? ¿Es miedo a abrumar al lector? ¿Miedo de quedar mal? ¿Será porque la belleza es algo que no se puede medir ni cuantificar de ningún modo?

Tras leer unas diez reseñas de un mismo blog, vi en esas entradas poca variación y poca implicación en la lectura. Esa interacción lector- libro, esa magia, brilla por su ausencia. Parece un problema de la base misma, de la lectura.  Y me parece una pena porque un libro tiene que irte empapando, tienes que mojarte en él, te tiene que calar hasta los huesos a medida que lo lees y reflexionas sobre él. Y llegarte adentro. Más allá de aspectos teóricos o técnicos, cuya importancia no niego.  Si escribes, algo de técnica tienes que saber.  Sin embargo, un libro tiene que ser como un alimento dónde el autor es el agricultor, a veces también el cocinero. Pero el lector es quién prepara esa comida, quién la corta, la mastica y la digiere. Y una pequeña parte se asimila, pasa a formar parte de él, de su energía y su estructura. Así esa obra deja una huella, por mínima y efímera que sea. Y unas pocas obras tal vez lleguen a dejarnos realmente huella, a influirnos como lectores y como personas.

El porqué no nos mojamos, no nos implicamos en la lectura y no afirmamos que algo es hermoso, aún cuando obviamente creemos que lo es, sigue siendo para mí un misterio. Tengo que aclarar que yo tampoco lo hago siempre con todos los libros. A veces me implico más a nivel personal (le puedo decir a alguien: "este libro es precioso") que en mis entradas. Y muchas veces leo literatura ligera y comercial (como un sandwich envasado) y no veo nada de malo en ello. No todo tiene que ser profundo.  Me entretengo cómo quién ve la tele o, más bien, la tiene como ruido de fondo sin prestarle demasiada atención y aprovecho para perderme en mi pensamiento. Y esos libros ligeros y de fácil digestión pueden tener cierta hermosura también, a su manera. Pero hay libros que te empapan, te atrapan sin querer, sin que puedas evitarlo. Esos libros suelen ser enriquecedores. Y hermosos, sobre todo, hermosos. El problema viene cuando tratamos de leer uno de esos libros maravillosos como quién tiene la radio de fondo o mira un folleto de las ofertas del super distraídamente. Es como si fuesemos a cenar a un restaurante de los buenos y en vez de comer y disfrutar con los sentidos, solo viésemos los platos y hojeasemos el menú, pero sin hincarle el diente a la comida.

Otro punto a tener a cuenta, y que puede ser la clave,  es la naturaleza misma de la reseña y lo que se pretende con ella.  En la mayoría de los casos escribimos sobre un libro para animar a las personas que nos lean a leerlo. Así, hay cierto temor al spoiler, a arruinar la lectura dando demasiados detalles del argumento, los personajes y las claves de la historia. Es este temor lo que en gran parte hace que mis comentarios sean superficiales. Y me gustaría cambiar eso, hacer las cosas de otra manera o hacer otra cosa, incluso.

El hacer algo diferente es uno de mis proyectos, que tal vez sea solo una locura. De esto os iré hablando en sucesivas "divagadas", de otro modo de ver y hacer las cosas.



lunes, 17 de octubre de 2016

Relato roto, número tres.

Ella me dice que escriba.
Cada vez que me ve baja de moral.
O llena de odio.
O colmada de miedos.
O vacía de esperanza.
Ella me dice que escriba.
Yo, que no sé contar historias, aporreo las teclas.
Maltrato las palabras.
Violento las letras.
Rasgo pensamientos en jirones de tinta electrónica.
Ella me dice que escriba.
El miedo se va escondiendo entre las teclas.
El vacío se torna pleno, pero espacioso.
La esperanza  no renace ¡Es innecesaria!
El odio, ¿qué era el odio?
Los miedos se tornan anhelos.
Ella me dice que escriba.
Como si no existiese nada más que este momento.
Como si nadie fuese a leer nunca lo que sale de mis intentos.
Como quién respira.
Ella me dice que escriba.
Y escribo.

lunes, 10 de octubre de 2016

Tránsito, de Connie Willis

"Nunca olvidaré la oscuridad y el frío"

Hoy os traigo la obra con la que descubrí a una de las autoras de ciencia ficción que más me gustan. Se trata de la norteamericana Connie Willis y la novela 'Tránsito', por la que recibió varios premios, entre ellos el Locus. Creo que no puede encuadrase del todo en la ciencia ficción, puesto que aunque trata temas científicos, la acción sucede en un presente fiticio pero muy realista. No crea un universo propio ni fantástico. La verdad, es que es una obra que me resulta difícil de etiquetar.

Se trata de un libro bastante largo, unas 1030 páginas en la edición de Ediciones B que yo compré  hace ya unos cuantos años. La foto que acompaña la entrada es la de esa edición de bolsillo y el libro está sobado de tanto releer fragmentos, como todos los libros que me encantan. Es lo que tiene el papel, se desgasta, pero conserva mucha magia en cada lectura. A pesar de su extensión, no se hace interminable sino que te deja con ganas de más, de saber que podría pasar con los personajes e imaginando posibles continuaciones.

En el principio del libro aparecen dos citas que nos adelantan un poco lo que va a venir, son muy metafóricas. Una es de una de las supervivientes del Titanic, que yo transcribo al comienzo de esta entrada, y la otra de Calímaco. Para mí ambas hablan de la muerte, como toda la obra en general. La novela se divide en tres partes y estas a su vez en unos 60 capítulos con un número y una cita significativa como título. Cada una de ellas está relacionada con la muerte o las últimas palabras de alguna persona conocida. Por ejemplo, en el capítulo 3 aparece la siguiente cita:  "¡Oh, mierda! Últimas palabras grabadas en la mayoría de las cajas negras tras un accidente de avión"

La protagonista indiscutible de la historia es Joana Lander, una psicóloga cognitiva que trata, con ciertas dificultades, de estudiar las ECM o experiencias cercanas a la muerte en el hospital Mercy General. Allí conocerá al doctor en psiquiatría Richard Wrigth que puede simular estas experiencias mediante una droga llamada ditetamina y pretende estudiar con un escaner TPIR el cerebro de sus voluntarios. Él necesita que alguien con experiencia entreviste a sus voluntarios y le diga si lo que ven es realmente una ECM. Ambos son jóvenes, entusiastas y están absortos en sus trabajos.

La cosa se tuerce cuando Joana descubre que la mayoría de voluntarios que tienen no sirven por diversos motivos, entre ellos porque son espías del señor Mandrake, que representa a los creyentes en la otra vida, frente a nuestros protagonistas que son investigadores serios y tratan de hallar  explicaciones racionales a estos fenómenos . El señor Mandrake es el autor de un betseller en el que explica las ECM mediante el testimonio de sus pacientes y que, según él, demuestran la existencia de otra vida. Es pesado a más no poder y fastidiará a Joana y a Richard en muchas ocasiones.

Cuando Joana descubre que, por temas burocráticos, van a tardar tanto en conseguir voluntarios que Richard puede perder su beca, decide hacer autoexperimentación y someterse ella misma a los efectos de la droga. Pero no ve ángeles, ni flota sobre su cuerpo, ni tiene una revisión de vida. Lo que ve es extraño y tal vez más pertubador.

Otro personajes fundamental es Maise, una niña con una enfermedad grave. Tienen que internarla a menudo en el hospital y se hace amiga de Joana (y acaba ganándose a todos) A la niña parece obsesionarle la muerte y los desastres, accidentes y sucesos donde muere mucha gente. Ayudará a Joana con su investigación. También descatar entre los personajes secundarios a Vielle, una enfermera amiga de nuestra psicóloga con la que ve películas en lo que ellas llaman "la noche del picoteo". El cine y los medios audiovisuales tienen una representación nada desdeñable en la obra, así como algunos libros y escritores.  Otro personaje importante y muy entrañable es un antiguo profesor de Joana, el señor Briarley. También, su sobrina Kit, aunque no puedo hablar de ellos sin desvelar totalmente la historia.

Los escenarios son diversos, siendo muy importantes el hospital y el estado de Colorado. Hay diversas escenas en diferente lugares, tanto en la ciudad como las montañas; pero hay una localización que hace de la obra algo especial y que  no voy a desvelaros porque es clave en la historia, junto al señor Briarley.

El libro tiene muchos toques de un humor fino e irónico muy típico de la autora, pero no llega a ser puramente humorístico. Tiene también su parte triste, de drama incluso. Y tengo que reconocer que me emocionó hasta las lágrimas en alguno de los capítulos. El ritmo es lento y pausado al principio, casi costumbrista. Describe a los personajes, al hospital y sus rutinas, sus vidas, de modo preciso pero extenso para que podamos empaparnos de ellos. Luego, se vuelve rápido y casi roza el thriller cuando la acción lo requiere.

 En cuanto a la tecnología es la propia de la época en que se escribió, no hay maravillas de la técnica futurista sino que el VHS convive aún con los buscas y los primeros teléfonos móviles. Tal vez lo más descatado sea el escáner que utiliza el doctor Wrigth o la droga ditetamina que emplean. No sé que conocimiento de los neurotransmisores había en ese momento ni que escáneres tenían disponibles en la realidad, pero da la impresión de que la autora se inventó un poco esos datos, si bien basándose en conocimientos reales. Como suele ser habitual en la obra de esta escritora, se nota el gran trabajo de investigación y documentación sobre temas diversos que lleva a cabo para sus novelas.

El azar, como en otras obras de Willis, juega un papel fundamental. Los personajes se ven irremediablemente atrapados en hechos que no pueden controlar y por un detalle en apariencia sin importancia sucede luego algo trancendental en la historia. Siempre hay casualidades, lo que da a la novela un toque muy real. Y en ocasiones hasta humorístico, hasta de comedia.

El final, para mí, debería ser a mitad del libro. No voy a fastidiároslo diciendo que ocurre, pero me da la impresión de que la autora, en vez de seguir una línea temporal casi lineal, podía haber hecho un par de cortes en la trama y flashbacks para que la historia enganchase más y fuese más entretenida. Si bien la tercera parte no sobra y está bien, se divide como en dos tramas y sabes de antemano como va a terminar una parte de la historia, mientras que la otra queda en una especie de suspenso, como sin terminar del todo. A pesar de esta crítica que le hago, el libro me encantó y leí todo lo que cayó en mis manos de Connie Willis.

Os dejo con un pequeño pasaje de la historia:

"-...te dicen que lo superarás-dijo Kit-.Lo sé. Y que es insano estar trastornado. Y que no deberías echarte la culpa, que no fue culpa tuya...
-Que no pudiste hacer nada-dijo él-.Pero es mentira. Si hubiera llegado antes, si hubiera tenido conectado el busca...-Se detuvo, temoroso de pronto de que ella fuera a decir: <<No podía haberlo sabido>>. Pero no lo dijo. "



viernes, 30 de septiembre de 2016

Libros, rock and roll y asociaciones extrañas

Si me seguís un poco, ya sabéis que me encantan los libros y la música. Quizá no sepáis que una de las cosas que me gustan es el estudio del sistema nervioso, sobre todo las conexiones neuronales y diferentes anomalías cuyo estudio ayuda a comprender un poco como funcionan estos órganos pensantes. Y más allá, me gusta pensar sobre el pensamiento, tanto la filosofía como el propio proceso.

Pero hoy no os voy a hablar de células, ni neuronales ni de la glía, ni de neurotransmisores o conexiones eléctricas; sino de que mi cerebro debe hacer unas conexiones un tanto extrañas. Voy a exponer y a reirme un poco de mis locuras.  No hablo de Déjà vu ni de Jamais vu sino que, casi desde que era niña, pero últimamente mucho más, me da por asociar canciones con novelas. Y esto sin que el grupo o cantante aparezca para nada en el libro. La letra tampoco tiene que ver con la trama o el mensaje del la obra literaria, normalmente.

Es algo que sale solo, no lo busco ni lo acabo de comprender.  Podéis pensar que oigo esas canciones mientras leo o hojeo el libro, pero no es así. No escucho música mientras leo. Me encantan ambas aficiones, los libros y la música; pero debo concentrarme en una de ellas a la vez para poder disfrutarlas de verdad.

Y os voy a poner algunos ejemplos de esto, para mí tan curioso, que me pasa con las obras literarias y musicales. Hoy estaba escuchando 'La herida' de los Héroes del silencio  y me vino a la mente un libro que leí hace poco. Le encontré una explicación racional, la canción habla de dos amigos y el libro también, y habla de una herida y el protagonista está herido al inicio de la novela. Aunque luego, lo de "cúrame esta herida" me recordó a cierto pasaje concreto de la novela, más hacia al final. Se trata de 'El grito de los murciélagos' de Jesús Carnerero. Aún así, creo que la asociación entre canción y novela es bastante irracional.

Hace unos días estaba escuchando a Iván Ferreiro, 'Turnedo' en concreto, y vino a mi cabeza un fragmento de otro libro, que también habla de un amor o desamor y de una playa; pero poca más conexión racional hay entre ambas obras. Con Iván Ferreiro y 'Marafariña' no es la primera vez que me pasa. Curiosamente, ni este artista ni Los Piratas salen en la obra de Miriam Beizana Vigo (lo he comprobado) Lo que sí sale es alguna referencia a Los héroes del silencio, que es el grupo favorito de  Olga (una de las protagonistas) Yo asocio una canción : 'Entre dos tierras' con Ruth, mientras que 'Oración' me recuerda a Olga. Sin embargo, 'Senda' me recuerda más a Mario, aunque tal vez sea la canción que le pega más a toda la historia.  Pero estas conexiones son más lógicas, creo yo, y están influenciadas por el libro mismo. Y aquí de lo que trato de hablar (o divagar) es de asociaciones extrañas.  Sin embargo, en mi mente, 'Marafariña' está íntimamente ligada a una de mis canciones favoritas: 'El equilibrio es imposible', de Ferreiro. Si alguien encuentra alguna explicación con un mínimo de lógica para esta conexión, ruego que me la comente. Yo desde luego no la acabo de ver.

Siguiendo con asociaciones curiosas, 'Fuera fe mí' de Iguana Tango me recordó a la historia 'El próposito' y 'Prefiero morir ' a la de Luca y Claudia, que son dos de los relatos de ' Siete versos sueltos' de  Joana Arteaga. En general, suelo asociar canciones de Iguana tango con la obra de Joana Arteaga. Y no conozco los gustos musicales de la autora, solo sé que le gusta Muse porque algo leí de 'Juntos somos invencibles'. Así que no sé bien porqué, pero la conexión esta ahí, en algún lugar de mi encéfalo. Tal vez sea por el estilo, tal vez de nuevo, algo puramente irracional.

'Light my fire', de los míticos The Doors, me recuerda mucho al personaje de Vincent de Azul capitana, novela de María Fornet. Sin embargo, esta vez fue al revés, puesto que me venía la canción a la cabeza mientras leía el libro. Lo mismo me pasa con mi lectura actual, el personaje de David de 'El recodo de las hadas' de Deborah Heredia me evoca a 'Smell like teen spirit' de Nirvana. 'La bruma', una de mis últimas lecturas, la asocio con 'Riders on the storm', también de The Doors. 'En el punto de mira' de Arantxa Rufo también lo relaciono con Nirvana, sobre todo con 'About a girl' y 'Come as you are'. No me preguntéis el porqué, yo tampoco lo acabo de entender; pero es escuchar a Nirvana y recordar el libro.

Y ayer mismo, escuchando 'En busca del mago' de Love of Lesbian me vino a la cabeza 'Todas las horas mueren'.  Aquí ya salí a que me diese un poco el aire, porque la conexión me pareció irracional del todo. Tan irracional que no os voy a contar la milonga que se inventó mi cerebro para explicar algo que no tiene explicación ni relación real posible.


Concluyendo, el cerebro es maravilloso; pero a veces tiene unas cosas que nadie se explica; desde la lógica, al menos. Como trata de entenderlo todo, incluso a sí mismo, se inventa teorías locas para explicar sus locuras (al menos es lo que me pasa a mí, igual a vosotros no) Pero, antes de llegar a razonar e inventarse una explicación, la conexión ya está ahí. Hay algo que dispara todo ese proceso de razonamiento. Algo, en estas obras tan dispares, en lo que, tal vez,  sí hay coincidencia y es en las emociones que despertaron en mí. Esa interacción única entre oyente y canción y entre lector y libro sí fue similar en algo: en el plano emocional.  Tal vez, por eso estas asociaciones tan extrañas. Y lo que comparten es, en realidad, la similitud de la emoción que me producen las obras, por diferentes que sean entre sí. A lo mejor sí fue una especie de Déjà vu, después de todo ¿Quién sabe? Quizás solo sean misterios de una mente desamueblada.

                   

martes, 20 de septiembre de 2016

El grito de los murciélagos, de Jesús Carnerero


'El grito de los murciélagos, de Jesús Carnerero, es una de mis últimas lecturas. Un libro que devoré en unas pocas horas a pesar de su aparente complejidad. La obra ya solo por su título me atrajo. Si a esto le añadimos que se describe como las desventuras de un autor indie y que tiene un punto de novela negra,  era visto que tenía que leerla. Con esta novela, además, me pasó algo curioso, dos cosas en realidad.

La primera es que con este autor cometí una injusticia, no sé si grande o pequeña. Tuve durante meses una de sus obras, 'La bruma', en mi kindle sin leerla. Me había hecho con ella en una promoción que hizo el autor y que descubrí a través de las redes. Pero siempre me contactaba algún autor nuevo o descubría algún otro libro por mi cuenta y fui dejando de lado esta novela, sin olvidarla del todo, pero sin ponerme con ella. Y tengo que admitir que ahora mientras comienzo esta entrada todavía no la leí, pero pienso redimirme leyéndola pronto.

La segunda curiosidad tiene que ver con la esencia, con el alma del libro, es decir, con lo que me dice a mí como lectora. Esto no es necesariamente lo mismo que el mensaje que quiere mandar el autor al escribir, aunque a veces coinciden. Como explicaré al final, en este caso me costó encontrarlo. Hay veces que incluso no consigo captarla, que el libro no me dice nada y entonces sé que no es un libro para mí.

La novela y el propio estilo del autor se me hacen oscuras, pero no desagradables. Su prosa no suaviza esta negrura con lirismo o poesía en exceso y en ocasiones la lectura se torna dura. Pero no es gore ni molesta, puesto que tiene el punto justo de detalles escabrosos. El ritmo no me parece el típico de novela negra, sino que es casi costumbrista. Explica con cierto detalle y calma la vida, el día a día, de los personajes y se explaya en diálogos largos y  profundos. La narración es bastante lineal; con algún pequeño salto hacia el futuro, pues se cuenta en pasado, y muchas regresiones a lo acontecido anteriormente a los personajes, necesarias para entender dónde se encuentran ahora.

Algo que me llamó bastante la atención es que, tras leerla entera y releer fragmentos, no sé el nombre del protagonista, del chico que narra esta historia en primera persona. Ni se le escapa nunca a ninguno de los otros personajes ni recuerdo que el narrador se refiera nunca a sí mismo por su nombre. Me da la impresión de que esto no es casual y estuve especulando un rato sobre ello, pero no tengo idea en realidad de lo que se esconde tras un detalle tan significativo, si es que hay algo.

Creo que es una de esas historias que cuesta contar, que lleva su tiempo y su sufrimiento. Porque es negra sí, pero también muy intimista en su estilo. 'El grito  de los murciélagos' despierta emociones  en el lector de modo casi inevitable.  Yo me puse desde el mismo principio en la piel de nuestro protagonista, deseando saber más de él, imaginando que pasaría a continuación. Sin embargo, la trama no es muy predecible, intuyes cómo será el final pero no con certeza. Y sorprende bastante lo que va aconteciendo a sus personajes.
           
La novela se estructura en un prólogo, 7 capítulos sin título, únicamente numerados y una nota sobre el autor. El prólogo está firmado por otra escritora, Miriam Beizana, cuyas obras tengo el privilegio de conocer y comentar en este blog. Contiene también un par de citas, una de ellas sobre el sistema de ecolocalización de los murciélagos, que fue clave para mí, por cierto.

La portada es especialmente bonita y atrayente. Da la impresión de ser esa puesta de sol, ese momento en que asoman las estrellas y  los murciélagos echan a volar, aunque tal vez me equivoque y tenga otro sentido que se me escapa. Pero aún sin entenderla del todo, no puedo ignorar su belleza.

El protagonista, y narrador,  es un escritor indie, un autor autopublicado que, junto a su novia Marina, publica en Amazon sus colecciones de relatos. Su novia, unos años menor que el personaje principal, es ilustradora y le hace las portadas. Además trabaja dando clases y haciendo ilustraciones y portadas para otros escritores, entre otras ocupaciones. Él malvive como camarero, profesión  que parece no acabar de gustarle. Se trata de dos luchadores, una pareja fuerte y sólida que permanece unida en la adversidad. Pero Marina es más alegre y optimista, tal vez incluso más sensata. Nuestro protagonista es pesimista y tímido, rasgos que en ocasiones le crean problemas. Al hablar da la impresión de que duda constantemente y titubea, sus intervenciones en los diálogos están llenos de puntos suspensivos y muchas veces corta la frase a la mitad, cosa que no sucede con los demás personajes.

Oliver es el jefe del restaurante donde trabaja. Es un jefe atípico, un amigo para nuestro autor, el primero al que le confiesa que es escritor. Un día le ofrece un horario más flexible para que pueda escribir, propuesta que creo que pocos jefes llevarían a cabo. Y ahí empieza todo, porque  entonces irrumpe un viejo amigo en la vida del autor, Víctor. Él, que en principio solo quería escribir, se ve arrastrado por una especie de obsesión con su amigo. El amigo dista mucho de ser ejemplar.  En varias ocasiones se acopla en casa del protagonista aún sabiendo que es una molestia para ellos y motivo de discusiones entre la pareja.

Víctor es uno de los ejes de esta  novela. En él toma cuerpo uno de los temas principales de la historia, el paso de la niñez a la edad adulta, no siempre fácil, no siempre correcta. La frustación y la enfermedad mental tienen también su peso. El autor la trata sin remilgos, con crudeza incluso, la desnuda tal y como es. Se produce un contraste marcado en los diálogos entre el aparente aplomo y seguridad de Víctor, que es incluso arrogante, y el carácter más resevado, tímido e inseguro del protagonista. Los diálogos entre ambos tienen mucha fuerza.

Destacar también entre los personajes a Lola, una camarera muy joven que sufrió una relación tormentosa en el pasado y que saldrá un poco malparada en el amor de nuevo. En Lola, creo yo, se torna material otro de los temas importantes: la amistad. Aunque en principio parece que la temática de la amistad  recae más en Víctor, el personaje de Lola es clave para entender algunos aspectos de la relación entre los dos chicos. Y también para comprender la visión de esas relaciones  y la importancia que tiene la amistad para el protagonista.

El principio de la historia es, en mi opinión,  uno de sus puntos fuertes. Ya el título es enigmático y te hace preguntarte por qué se llama así la novela, pero el inicio te mantiene con la tensión correcta durante toda la trama. Hay varios interrogantes que no acaban de resolverse hasta el mismo final ¿Cómo llega el protagonista a la situación que se nos presenta al inicio? ¿Qué tiene que ver con el grito de los murciélagos? Durante la lectura se plantean también muchas preguntas, algunas no resueltas. ¿Conseguirá nuestro protagonista escribir al fin su novela? ¿Podrá vivir algún día de escribir? Pero las cuestiones fundamentales, en las que yo me encontré en el libro y que me llevaron a descubrir su esencia son otras.

Tardé bastante en captarlo y no fue durante la lectura, sino luego al divagar sobre ella para escribir el comentario. Esa interacción entre lectora y libro, eso que yo llamo alma, se contestó con dos preguntas: ¿Por qué gritan los murciélagos? ¿Qué tiene eso que ver con escribir o ser escritor? Esa es para mí la respuesta valiosa.  No os lo voy a desvelar, ya os di una pista muy importante. Si queréis descubirlo, adelante. Leed, y sobre todo, dejaos empapar por el mensaje de sus letras. Escuchad a los murciélagos chillar después de anochecer. 

Y como acostumbro os dejo con un par de frases que me llamaron la atención, entre muchas otras:

"¿Qué otro fin buscaba yo que no fuese que me leyeran?"

"Hasta de los peores ratos de la vida, de esos tan bajos, oscuros y malolientes que piensas que jamás te librarás de ellos ni los dejarás atrás, hay que sacar al menos una ínfima pizca de luz, de combustible para progresar: "




lunes, 5 de septiembre de 2016

Fragmento 3 de 'Viviendo en punto muerto'

Raúl se cansaba de estar en casa, eran las seis de la mañana y andaba de un lado a otro. Iba del salón a la cocina, de la cocina a su cuarto y le daba vueltas a la casa una y otra vez, angustiado y nervioso. No entendía que le estaba pasando, ni siquiera era consciente de que algo iba mal. Las ideas corrían atropelladamente, su mente iba de un pensamiento extraño a otro todavía más perturbador. Parecía un prisionero, un ratón en un laberinto.

Había perdido su móvil unas cuantas veces esa noche, no era capaz de recordar dónde dejaba las cosas. Su amigo Carlos le había llamado hacía horas para ir a tomar algo pero Raúl le colgó el teléfono sin siquiera despedirse. Solo quería dormir pero era incapaz de estar quieto el tiempo suficiente para conciliar el sueño. Se tumbaba en la cama, daba un par de vueltas y volvía a levantarse.

Su padre llegaría por la mañana muy tarde. Lo sabía de otras veces. Se había ido a cenar con unos clientes. El chico prefería no saber que hacía después.

El malestar aumentó de golpe, mientras estaba en el baño de su cuarto. Comenzó a sudar frío y a temblar. Además le empezó la taquicardia.  Abrió el grifo y se lavó la cara, se puso la mano mojada en la nuca y luego en la frente. Mientras las gotas de agua resbalaban por su rostro se repetía una y otra vez que no era nada, que se pasaría solo al cabo de un rato.

En los últimos meses le había ocurrido en varias ocasiones. La angustia le atrapaba para luego esfumarse dejándole agotado, pero esta vez no fue así.